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Joven con la cabeza de Orfeo en brazos

  • Foto del escritor: CARLA HUAMANCUSI
    CARLA HUAMANCUSI
  • 15 dic 2017
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 16 dic 2017

Gustave Moreau




Cuando Moreau pintó Joven con la cabeza de Orfeo en brazos le faltaba poco para cumplir cuarenta años y ya había alcanzado la plenitud de su arte. El cuadro (al igual que su creador) fue juzgado extravagante y  tuvieron que transcurrir casi dos décadas para que el gusto cultural de la época le fuera a la zaga. La oportunidad vino de manos de un nuevo grupo de jóvenes pintores simbolistas que incluía a Emile Bernard, Odilon Redon y Ker-Xavier Roussel.

Este cuadro es característico del periodo central de Moreau: la traslación exótica y con todo lujo de detalles de una imagen que apela a misteriosas prácticas paganas y a un erotismo ritualizado. La historia de Orfeo es harto conocida. Una serpiente venenosa muerde a la ninfa Eurídice, esposa de Orfeo (poeta, músico de Tracia e hijo de Apolo), y esta muere. Orfeo, desconsolado, emprende un viaje para recuperar a su amada del seno del mundo subterráneo. Hechiza a Perséfone con su música y esta accede a liberar a Eurídice, siempre y cuando Orfeo resista la tentación de mirarla hasta que la ninfa haya regresado a la Tierra. Sin embargo, Orfeo no acierta a cumplir esta condición y sobreviene el desastre. Eurídice se ve obligada a regresar al mundo subterráneo. Molestas por el decidido amor que Orfeo siente por Eurídice, un grupo de Ménades lo descuartiza y lanza su cabeza y su lira al rio Hebro. Esta es la historia que precede al discutido episodio que pintó Moreau. Según esta versión, la cabeza y la lira de Orfeo fueron arrastradas por la corriente hasta la isla de Lesbos. La pintura muestra a una joven que, con gran respeto, recupera la cabeza cortada y la lira de Orfeo.



Moreau contra el impresionismo

Moreau era un encarnizado defensor de un retorno a lo místico en la pintura. Es famosa su frase: “Solo creo en lo que no veo y únicamente en lo que siento”. Hacer tal afirmación en un momento en que el impresionismo empezaba a difundirse implica que el artista tenía una concepción radicalmente distinta no solo de la naturaleza del arte, sino también de su propósito cultural. Por encima de todo, la nueva obra de arte simbolista tenía que enriquecer culturalmente. Al margen del interés que mostró por los pintores del Alto Renacimiento o Cinquecento (Leonardo da Vinci en particular), Moreau se sintió fascinado por el arte indio y el arte chino. En lugar de postular la disolución del detalle decorativo, que constituía el grueso del lenguaje reduccionista del impresionismo, Moreau quiso retomar una clase de pintura que “evocara el pensamiento a través de la línea, el arabesco y todos los recursos ornamentales que las artes plásticas tienen a su disposición”.

Tomado de : Thompson, J (2007) Cómo leer la pintura moderna. Entender  y disfrutar los maestros modernos, de courbet a Warhol. Barcelona:Electa.




 
 
 

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